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miércoles, 18 de julio de 2018

BOLEADAS ERAN LAS DE ANTES

Florencio Molina Campos "Probando el pulso"


El gaucho nunca llevaba

las “bolas” en el recado,
cosa de verse apurado
de un tirón las desataba.
Es así que se colgaba
alguna que otra potrera 
a más de las ñanduceras, 
para tenerlas seguras,
una o dos en la cintura
y otras más en bandolera. 

Un buen boleador, primero,
elegía en el corral,
de seguro un animal
blando de boca y ligero.
Desechaba del apero
las prendas que no iba a usar
y ahí nomás iba acortar,
para afirmarse en el tiro,
media cuarta del estribo
que está del la’o de enlazar.

”Boleadas eran las de antes
-cuentan gauchos veteranos-
basta un caballo baqueano
y la pampa por delante”
Con un grito, en un instante,
La medialuna se armaba
Y comenzaba la arreada
De ciervos, gamas, ñanduces,
Para salirles al cruce
Y hacer así la boleada.

Gritos, espuma, sudor...
La pampa que se estremece.
Y entre la paja aparece,
el suri gambeteador,
detrás se escucha un fragor
y envueltos en “polvadera” 
bestias y hombres en carrera
y en sus derechas, silbando,
el aire que iba cortando
las temidas ñanduceras.

Con tan solo una mirada,
el gaucho elige su presa,
y con notable destreza
las “bolas” son arrojadas.
Surcan el aire guiadas
por la experiencia que encierra
años de práctica y guerra
y dan contra el avestruz,
que con sus alas en cruz,
boleado, cae en la tierra.

Es al llegar la oración,
la señal para volver,
y de paso recoger,
lo que voleó en la ocasión.
Una picana , un alón, 
todo vale, pesa o suma,
a más de un montón de plumas,
que con placer y alegría
cambiará en la pulpería
por todo lo que consuma.

lunes, 9 de julio de 2018

9 de Julio


¡ 9 de Julio !Fecha grande como gloriosa,
cubierta de laureles por los hombres que ayer
emancipar supieron nuestra bandera hermosa
del todo y para siempre de un contrario poder.

Siendo el Gran Belgrano, director del Estado
Creador insigne, que batalló con afán,
quien inspiró a los que con amor denodado
Independencia juraron, allá en el Tucumán.

Lugar donde el patriota libró su gran batalla
y enarbolando airoso nuestro pabellón,
con denuedo y civismo llegó a la heroica Salta,
obteniendo otro triunfo para nuestra Nación.

Nuestra Independencia es grande como el cielo...
porque Dios ha querido que así lo fuera,
y no existe en el mundo ni un peregrino suelo
que ignore los triunfos de nuestra bandera.

Nuestra historia es grande como interesante
para los habitantes del universo entero;
y nuestra augusta escuadra y marina mercante
son portadores fieles del afecto sincero;

¡Bandera de mi Patria! Que en el gran Tucumán
te elevaron por siempre con sacrosante amor,
sintiéndose a la vez cada cual mas titán,
aquellos que supieron darte más esplendor.

Bandera de mi Patria ¡Yo que diariamente
te admiro al pasar digo como argentino
me siento no sé porque, por algo latente
cada vez más soldado... cada vez más marino...!


Recitado en el Sub Prefectura de Colón
(Entre Rios) en la Efemerides Patria.
Roque Cuccarese "La cinta de mi guitarra"

jueves, 5 de julio de 2018

LA TIGRA MUERTA





Yo soy el que siempre he sido, 
'concetos' que el alma encierra,
para defender mi tierra
tuve un valor decidido.
Los campos donde he nacido
me dieron libre extensión, 
no tengo más estrusión
que la del gaucho en su escuela
lazo, boleadora, espuela, 
poncho, rebenque y facón.

Por baquiano y por destreza
fui soldao veterano, 
con una lanza en la mano
y una vincha en la cabeza.
Me encarné con la fiereza
del potro del pajonal
los dos brutos por igual
por montes, cerros y llanos
en partes medio cristiano
y en parte medio animal.

Y ya que se cuadra el caso, 
les voy a contar un cuento
deserté de un regimiento
en un redomón picaso.
Boleas, maneador y lazo
llevaba como escondido
y aprovechando el descuido, 
las maletas bien cargadas, 
ansí llegué a la cañada
de los campos del "Perdido".

Daba una satisfación 
el junquillo con su aroma
y en los bordes de una loma
viboreaba el cañadón.
Desensillé el redomón
no porque fuera cansao...
Yo si, andaba desvelao
con ganas de echarme un sueño
por eso no puse empeño
en pasar pal otro lao.

Cuando el sol perdió su brillo
pa asegurarlo mejor, 
prendí al pingo el maneador
y lo até en un duraznillo.
Ahi nomás me hice un ovillo
en las pilchas del recao.
Después de haber descansao,
desperté con el lucero
le puse al bagual los cueros 
y me pasé al otro lao.

Enderecé a un pajonal
como pa esconder el bulto
y al bagual lo dejé oculto
adentro de un matorral.
Pensé que era el sitio ideal
pa que juera mi guarida
¡pero qué diablo! enseguida
pegó el picaso un bufido
porque allí cerca había un nido
con una tigra parida.

Les juro que me asusté, 
se me añudó la garganta
me eché en el brazo la manta
y el sable desenvainé.
Pa no quedarme de a pie
matarla jue mi esperanza;
¡la tigra se me abalanza
derecho a darme un zarpazo!
le metí en la boca el brazo
y le hundí el sable en la panza.

En ese momento atrós
cayó con la boca abierta
y al ver a la tigra muerta
le di las gracias a Dios.
De aquél animal feroz
llevo una gran impresión, 
y si en alguna ocasión 
me tocara el mismo caso
las patas de mi picaso
no medirán la extensión.

Al rato pegué la güelta
y me encontré dos cachorros
tomando la leche a chorros
de la pobre tigra muerta.
¿A quién no se le despierta
la fibra del corazón?
Pero yo sin compasión 
les dentré a clavar el sable, 
¡vieran que carne agradable
más sabrosa que un lechón!

Le alvierto a cualquier matrero
si en el caso no se hayao, 
que el tigre es mejor bocao
que la carne de cordero.
Este hecho verdadero
quizá ninguno lo cree, 
pero yo seguro se
que aqueya zona desierta
le llaman: "la tigra muerta",
¡la tigra que yo maté!

Juan Quiroga