domingo, 22 de mayo de 2016

EL JAGUAR OVERO

 En la estancia Gallinales había una fiesta criolla,
donde se corría una polla entre peones y puesteros
Vino y asado con cuero para toda la reunión; 
había gran animación en aquel hermoso día 
causaba aquella alegría el cumpleaños del patrón.

Acoplados ya los gauchos,llego allí un desconocido 
como hombre bien vestidocriollo de linda estatura. 
Rastra de oro en la cintura,buena vincha, buen sombrero, 
traía aquel forastero de tan simpático rostro; 
calzaba en las bota 'e potro grandes rodajas de acero.

Se presentó al capata y solicitó permiso, 
fijándole compromiso para ayudar en la criolla; 
dijo formarse en la troya como simple aficionao
y el capataz conformaodijo bondadosamente 
quédese tranquilamente, me causa el mayor agrado. 

Habían en el corral veinte potros invernados, 
entre esos, dos reservados pero uno sobresaliente. 
Era un mestizo imponente, 
le decían el Jaguar, 
nadie lo quería montar 
por las mañas que tenia, 
y aquel que lo conocía 
jamás lo quería ensillar.

Era terrible en el lomo 
y baqueano en la volcada, 
igualmente en la patada 
cuando negaba el estribo; 
para el diente positivo 
cuando le ceñían el lazo, 
curtido a los porrazos, 
audaz y atropellador 
y acometía al domador 
a dientes y a manotazos.

El capataz hizo oferta 
para aquel que lo ensillara, 
siempre que no lo bajara 
tendría diez libra en la mano 
¡¡ACEPTO!! Acepto!... dijo un paisano 
y era el mozo forastero, 
"procuro ganar dinero 
aunque me lleve un porrazo, 
no extrañarán mi fracaso, 
si caigo no es el primero".

"Muy bien", dijo el capataz, 
"pero le diré al corriente, 
que aquí hay hombres muy jinetes, 
naides le ha parao el lomo 
bellaquea nose cómo, 
tiene una astucia enemiga, 
es un crudo sin fatiga 
aporreado por demás, 
tengo la segurida 
que uste jamás lo castiga".

-"Creo" dijo el forastero, 
"pero soy algo porfiau, 
le tiene fe a su mentau, 
yo también a mis rodillas, 
a mis espuelas sencillas 
baqueanas en las paletas, 
jamás he sido hombr'e yeta 
y a su Jaguar en progreso, 
le juego quinientos pesos 
que no me saca ni aprieta".

"También le juego al que guste, 
todo entero mi chapiau, 
a mi zaino requemau 
que es mi único tesoro; 
les juego mi rastra de oro 
que es una prenda prolija 
y también juego esta sortija 
que es una prenda estimada, 
me gusta más la parada 
cuando me juegan en fija".

El capataz en calor, 
el desafiau aceptó, 
con testigos valoró 
las pilchas que había jugau, 
dijo el mozo entusiasmau, 
"capataz, si hay recelo, 
si piensa verme en el suelo 
como me ha creído incapaz, 
le juego diez libras más 
y se lo jineteo en pelo". 

En el acto fue aceptau, 
al capataz convenía 
y en pelo le parecía, 
mas en fija la victoria, 
si hasta parecía una historia 
del Jaguar, sus pormenores, 
a sus mañas y rigores, 
le temían los mentaus, 
con bastos había derrotau 
ciento y tantos e´domadores.

La pionada se reía, 
decía un domador mentau, 
"este indio sale pelau, 
abochornau y de a pie, 
el Jaguar se tiene fe, 
tiene diez años en el trillo, 
tiene juerza en los carrillos 
y es baqueano en las gambetas, 
cuando siente las rozetas 
hace crujir los colmillos".

Había en esa hermosa fiesta,
más de veinte mil personas, 
guitarras y acordeonas, 
tocaban alegremente, 
dijo el capataz sonriente,
"¡muchachos, a la portera, 
ya no hay más horas de espera 
cada cual con su rebenque!", 
y el Jaguar en el palenque 
estaba que era una fiera.

Unos armaban los lazos, 
los otros las boliadotas, 
y contaban sin demoras 
ver el jaguar apartado, 
los autos bien colocados 
con un testigo por guía, 
claramente se veía 
de costado y por derecho, 
los fotógrafos en provecho, 
sacando fotografías.

Al jaguar en el palenque, 
un criollo se lo orejeó, 
y el jinete lo saltó 
con el rebenque en la mano, 
gritó: "¡largueló paisano 
a esa fiera tan mentada"!! 
Y el otro en sus compadradas 
le dijo "potrillo arisco", 
y en la punta del hocico 
le pego una cachetada. 

El bruto con tal agravio 
soltó un ronquido alterau, 
igual que tigre cebau 
salió buscando ventaja, 
cuando sintió la rodaja, 
armó surco en las gramillas, 
bellaqueando de costilla 
se cambiaba de costau, 
y el jinete iba parau, 
solamente en las rodillas.

Doce cuadras bellaqueó, 
de aquella forma entonada, 
aquella fiera enconada 
hacia crujir los dientudos, 
como voltearlo no pudo 
buscó astucia en su defiendo, 
parecía dirse cayendo...; 
en el salto se volcó, 
en el aire se voleó 
y el gaucho salió corriendo.

Cuando quiso enderezarse, 
el criollo está horquetau, 
y le gritó "te ha chasqueau, 
no me aprietas mamarracho, 
he de chusiarte el escracho 
si sos un gran cabortero, 
vos sos el Jaguar Overo
que te has tragau un chambón, 
sabrás que yo soy el lion, 
quien vino a rayarte el cuero!". 

Como si hubiese entendido, 
el Jaguar se enarboló, 
y el rebenque retumbó 
en las paletas heridas, 
bellaqueando siempre a vueltas 
a las cruces lo llevó, 
en el salto se volcó 
y aprovecho la volada, 
dando una mortal sentada, 
que casi lo despidió.

Lo salvaron las espuelas, 
en el cuero retorcido, 
y el animal ya rendido 
enderezó pal corral, 
un criollo le tiró un pial 
y le grito "¡Viva Cuñau!, 
como tan bien se ha portau, 
este pial lo está esperando", 
Salio el gaucho trompezando, 
totalmente acalambrau. 

El público lo aplaudió, 
con entusiasmada gloria, 
vivaraz de la victoria 
y el de merecida fama 
y hasta un enjambre de damas 
que se encontraban reunidas, 
todas ellas persuadidas, 
también lo felicitaron 
y con gusto le curaron 
las dos rodillas heridas.

El Jaguar quedó estirau, 
el golpe lo desmayó 
y a los tres días murió
completamente infestau, 
horriblemente espueliau 
perdió toda su energía, 
y un gaucho viejo decía, 
"este indio tiene reserva, 
debe tener buena yerba 
o domar con brujería".

Milongas Gauchas
Letra: "Fausto Pelegrino Matos".
 

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