martes, 28 de junio de 2016

POR MIS DOGOS




Temprano había divisado del jabalí la pisada
 y como por cosa de nada a rastrearlo lo había empezado, 
el hocico acostumbrado de mis cinco perros dogos
 me facilitaron todo y además en mi recado
 un caronero afilado y un 32 con seis plomo.

Entre chuques y caldenes entre jarillas y yuyos 
parecían un capullos de algodón mis cincos perros fieles, 
de pronto un ruido se siente en medio de un fachinal 
y se escucho un rezongar de un padrillo jabalí, 
que dispuesto a no morir se preparaba para pelear.

Ocho años le calcule por su tremendos colmillos,
 cazarlo no era sencillo, pero había que hacerle fe,
 a los perros anime aunque no los precisaba 
mientras yo desensillaba con mi caronero alerta
 no podía verla muerta a esa ilusión que llevaba. 

El chancho se había ganado contra el tronco de un caldén
y el mas cachorro Trelen lo encaro desde un costado,
 Araucano acostumbrado lo busco por las paletas,
 Taragüi de las orejas, Tragüa medio de atrás
 y en el medio el más capaz mi perro Lihuel alerta. 

Los cincos cachorros fuertes para matar o morir, 
tratando que el jabalí no le háyase la muerte,
 pero el endiablado con suerte largo un trompazo  estudiado 
y un colmillo afilado alcanzo a unos de mis perros
 que lo dejo sin resuello abierto de lado a lado.



Y en otra encarada audaz el chancho desesperado
 de frente se había topado con mi perro más capaz
 y este quiso hacerle errar a mandinga el hocicazo
 pero le formo un atajo un caldén en un costado, 
así rodo ensangrentado el Lihuel entre los pastos. 

Anime los otros tres y Tragüa mordió primero 
y luego los tres se lucieron para no dejarlo mover
 pudiendo entender mi pedido de venganza
y yo con furia de lanza al ver estaqueado salte 
y con su sangre regué aquel pedazo de pampa. 

Lo primero que atine fue atender mi perro herido, 
Trenel quedo dormido tal vez pa nunca volver, 
de a poco pude coser la herida de mi compañero 
lo cargue con todo esmero sobre el lomo de mi caballo 
y enderece pal rancho con mi desgraciado trofeo,

 Luego lo hice embalsamar y ahí lo tengo de recuerdo, 
a veces al Lihuel lo siento que comienza a rezongar
 tal vez al verle brillar al chancho los dos colmillos,
 ha quedado viejo y tullido solo con migo en el rancho. 
los otros tres de regalo se los mande a un amigo. 

Nunca más Salí a cazar con los perros a mi lado 
mejor salgo bien armado y me voy lejos a postar
 la noche sabe brindar satisfacciones mejores 
y evitar los encontrones de mi fieles compañeros 
porque cuidarles el pelo es ley de los cazadores.

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