Visitas de la última semana a la página

Mostrando las entradas con la etiqueta Higinio Cuevas. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Higinio Cuevas. Mostrar todas las entradas

viernes, 21 de enero de 2022

EI Lobizón




(Leyenda Correntina) 

Ya van pa’seis meses que gané los montes
 desde aquel mal día que me disgracié,
jué pucha que es fiera la vida e matrero
 lo que se padece sólo yo lo sé.

Angustias a bocha pa’ conseguir carne
 aguaitando siempre la oportunidad
de hallar un carpincho apartao del agua
 o bombear con tiempo un guasivirá.

 i .Si habré pasao soles, heladas
y lluvias con las pocas pilchas,
que de casa alcé, no tengo tabaco,
 la yerba que truje hace ya bastante que la terminé.

 La cosa jué ansina: vo andaba tropiando
 allá por las puntas del “Mocoretá”
 con unos patrones que arrendaban campo
a los Goicochea del puerto “Yeruá”.

 í Y viniendo un día con tresientas vacas
compradas al corte en lo de un inglés
como a boca e lobo llegamos a un rancho
 allá por los campos de un tal Juan Cortés.
 i Rodiamos la tropa, mudamos caballo,
 encendimos juego pa’ cimarroniar.
y yo, con los “chifles” rumbié pa' los ranchos
en procuras de algo pa’ ver de cenar. 

En el guardapatio toda la familia
estaba reunida aguaitándome.
Si cuando me acuerdo de esa pobre gente
por dentro del pecho siento un no sé qué.

Era una señora con tres guricitas,
el marido un indio de bastante edá
que en un catre e’tientos estaba tuyido
 vaya uno a saberlo por qué enfermedá.

Dentraron a hablarme y flor de atenciones
 tuvieron conmigo cuando me abajé,
 coleji enseguida que algo les pasaba pero,
por supuesto, nada pregunté
Un medio borrego sobre el chirigote
 taba acomodando pa’ dirme no más 
cuando la patrona que andaba tras mío 
comenzó a decirme con gran ansiedá:
 Fíjese paisano, lo que nos sucede,
 esto ya no es vida a mi modo e ver 
pasan aquí cosas tan demás tremendas
 le juro, paisano, no sé lo qué hacer. 

De un tiempo a esta parte toditos los viernes 
el Lobizón sabe llegar hasta acá le ruego,
 paisano, no nos deje solos
 seguro esta noche se aparecerá. 

No pude negarme, qué quieren que hiciera 
en mi china vieja al punto pensé 
y no bien cumplido mi cuarto de ronda 
de nuevo en el rancho me les presenté.

En el medio el patio bajo un espinillo 
tendí mi recao para descansar, 
ricién me dormía cuando sentí claro
 que tuitos los perros comienzan a aullar. 
Al punto los lloros sentí dentro el rancho
 con unas palabras medio los calmé
 y con las pa'potro listas en la mano
 en un par de saltos pa’juera gané.

 Clarita la noche mientras yo bombiaba 
pa’ tuitos los lados con prolijidá 
noté que los perros reculan aullando 
ante algo que véian en la oscurídá. 
Dios Mío. . ! cosa fiera había sido aquello 
cuantito lo vida ya me persiné 
era un bicho grande con laya e’ternero.
 y el hocico largo como el yacaré. 

Cuantito me vído se vino a toparme
 con un trote ansina como el aguará 
si cuando me acuerdo, es cuando más pienso
 que ise la pata ancha por casualidá.

 La virgen te ampare, me acuerdo le dije
 será o no ánima y ya revolié
 luciéndome tanto con las tres Marías
 que en el primer tiro me lo aseguré. 
Tuque... Tuque... Tuque!! le grité a los perros
 pa’ver si podía hacerlo aflojar
 y pelando el fierro ya me le juí al humo 
porque el caso no era pa’ reflexionar. 

Como trenza de ocho rodamos pal suelo
 yo a las puñaladas, y él, por hacer
 pie cuando cerca mío clamó una voz débil ; 
no me mate amigo, por Dios, dejemé. 

Jué tal la sorpresa que perdí el resuello 
trémulo y confuso sujeté ahí nomás 
al ver que aquel bulto se me iba escurriendo 
Y salía un cristiano por el lao de atrás.
 Dió unos sacudones queriendo pararse
y yo de ayudarlo al punto traté
 y él pegando un grito, se cayó de espaldas
 y del mundo e’los vivos pa’siempre se jué.