Iba con rumbo a la estancia
y a lo lejos se veía,
al trote en un pingo oscuro
orillando un cañadón
un mozo de faz tostada
de lazo, vincha y melena,
bota, espuela nazarena
y en el cinto un buen facón.
Era mozo forastero,
venía de un pago lejano
pero no faltó un paisano
que en el camino le habló;
y al saber que iba a la estancia
que llamaban "La Embrujada"
con frases entrecortadas
esta historia le contó:
-"Mire amigo, hace cuatro años
que al patrón lo asesinaron
y todavía no lo hallaron
al maldito criminal,
dende entonces hay luces malas
y duendes aparecidos
y se oyen tristes gemidos
en medio del pajonal".
"Hay un capataz perverso,
dicen los que lo han tratado,
que muchos han desconfiado
que fue quien mató al patrón;
intervino la justicia,
no pudieron comprobarlo,
y tuvieron que largarlo
sin otra resolución".
Oyó el joven muy sereno
lo que dijo aquél paisano,
luego de estrechar su mano
al trotecito siguió,
y al llegar junto a la estancia
sofrenó su parejero,
y sacándose el sombrero
al capataz saludó.
Sus miradas se cruzaron
como dos dagas de acero,
-"¿Qué anda haciendo, forastero?",
el capataz preguntó.
-"Ando buscando trabajo",
dijo el mozo muy ligero
y cualquier trabajo es bueno
pa'l que de pión se crió".
-"Si entiende cualquier trabajo
puede ir desensillando,
y mañana trabajando
usted ya puede quedar,
no son todos los que quieren
prenderse a cualquier tarea
y los peones escacean
aquí por este lugar".
Bajó el mozo muy sereno
las garras al flete oscuro,
y con paso bien seguro
pa'l galpón enderezó;
donde estaba la peonada
que allí se hallaba amargueando,
la mano les iba dando
y en la rueda se sentó.
Le alcanzaron un amargo
cual les aceptó gustoso,
-"¿Es de muy lejos ese mozo?",
un paisano preguntó,
y él dijo: -"Soy de Bragado
que de aquí hay larga distancia,
trabajaba en una estancia
y hace poco se vendió".
Después que hubieron cenado
todos iban a acostarse
y allí había que arreglarse
con sus pilchas cada cual,
el joven tendió el apero
bajo un árbol muy frondoso
y se ha puesto silencioso
pronto para descansar.
Eso de la medianoche
entre despierto y dormido,
le pareció haber oído
como un llanto de mujer;
se vistió muy presuroso
aquél valiente paisano
y pisando muy liviano
se allegó a reconocer.
Así llegó hasta una puerta
que se encontraba entornada,
vió una señora enlutada
sollozando en un sillón
que abrazada de una joven
al capataz le decía,
-"¡Eso es más que cobardía
tener esa pretensión!".
"Querer casarse conmigo,
un canalla y un cobarde,
cuando yo se que es culpable
que a mi esposo asesinó
y que no tuvo con eso,
echó los mejores peones
y que trajo a los ladrones
y asesinos que encontró".
"Y esas luces y esos gritos
que se oyen a deshora
es la canalla traidora
de los peones que hay aquí,
y usted los tiene pagados
para asustar a la gente,
para que ni el más valiente
se pueda arrimar a mí".
Y aquél hombre tan canalla
se sentó tranquilamente
y con palabras hirientes
hacia la viuda, le habló:
-"Has de casarte conmigo
por más que seas retrechera
aunque quieras o no quieras,
eso te garanto yo".
"Voy a llevarme a tu hija
para tenerla encerrada
por mis peones custodiada
bien oculta la tendré,
y si te casas conmigo
tendrás tu hija adorada
y eso, a nadie digas nada,
sino te la mataré".
Y aquél hombre tan canalla
se paró resueltamente
pero siente de repente
que la puerta se cerró,
y para ver qué pasaba
dió vuelta más que ligero,
con el mozo forastero
cara a cara se encontró.
Bueno el capataz furioso
le habla al joven de éste modo
-"Si me ayudas tendrás todo
el dinero que querrás
pero sino te aseguro
sos una cosa perdida
y te juro que con vida
de ésta estancia no saldrás.
-"Veo que sos un canalla
y estás mal acostumbrado
y por lo que aquí has hablado
veo que sos un ladrón;
asustador de mujeres
cuando no hay quien las defienda
pero para esa contienda
está listo mi facón".
"A más yo venía a peliarte
cuando solo te encontrara,
mano a mano, cara a cara,
frente a frente y a facón;
sabrás que yo soy el hijo
de aquél viejito Contreras
que de una injusta manera
castigaste una ocasión".
"Vos castigaste a mi padre
porque era un viejo indefenso,
porque un rumatismo inmenso
sus brazos habían varao,
hace un año y todavía
sobre su espalda encorvada
están las huellas marcadas
que tu látigo ha dejao".
El capataz que había estado
escuchando atentamente,
pegó un salto y de repente
su facón desenvainó,
le tiró una puñalada
de traición al forastero
pero el mozo era ligero
y por eso se salvó.
Pegó un brinco pa'un costado
y quedó facón en mano
la lucha entre esos paisanos
de éste modo comenzó,
las dos mujeres lloraban
rezando con todo esmero:
"Que se salve el forastero",
ellas rogaban a Dios.
Depronto se siente un grito
y un cuerpo se desplomaba
y el matrero en pie quedaba
y en la mano su facón,
y el capataz le decía:
-"No me mates forastero
que antes de morir yo quiero
hacer una confesión".
Así comenzó diciendo
el herido muy ligero
-"Yo asesiné el estanciero
con la mayor precaución,
de quedarme con la estancia
quedándome con su esposa
pero hoy cambiaron las cosas
y es otra mi situación".
Intervino la justicia
con todo lo necesario,
y ante el juez y el comisario,
el herido declaró,
le dijo que era un canalla,
un cobarde y un cuatrero
y por eso al forastero
ninguno lo molestó.
Y aquí termina la historia
de la estancia "La Embrujada"
hoy es buena la peonada,
solo piensa en trabajar
y el joven que anda en amores
con la hija de la viuda
y aquella gente asegura:
que pronto se han de casar.
y a lo lejos se veía,
al trote en un pingo oscuro
orillando un cañadón
un mozo de faz tostada
de lazo, vincha y melena,
bota, espuela nazarena
y en el cinto un buen facón.
Era mozo forastero,
venía de un pago lejano
pero no faltó un paisano
que en el camino le habló;
y al saber que iba a la estancia
que llamaban "La Embrujada"
con frases entrecortadas
esta historia le contó:
-"Mire amigo, hace cuatro años
que al patrón lo asesinaron
y todavía no lo hallaron
al maldito criminal,
dende entonces hay luces malas
y duendes aparecidos
y se oyen tristes gemidos
en medio del pajonal".
"Hay un capataz perverso,
dicen los que lo han tratado,
que muchos han desconfiado
que fue quien mató al patrón;
intervino la justicia,
no pudieron comprobarlo,
y tuvieron que largarlo
sin otra resolución".
Oyó el joven muy sereno
lo que dijo aquél paisano,
luego de estrechar su mano
al trotecito siguió,
y al llegar junto a la estancia
sofrenó su parejero,
y sacándose el sombrero
al capataz saludó.
Sus miradas se cruzaron
como dos dagas de acero,
-"¿Qué anda haciendo, forastero?",
el capataz preguntó.
-"Ando buscando trabajo",
dijo el mozo muy ligero
y cualquier trabajo es bueno
pa'l que de pión se crió".
-"Si entiende cualquier trabajo
puede ir desensillando,
y mañana trabajando
usted ya puede quedar,
no son todos los que quieren
prenderse a cualquier tarea
y los peones escacean
aquí por este lugar".
Bajó el mozo muy sereno
las garras al flete oscuro,
y con paso bien seguro
pa'l galpón enderezó;
donde estaba la peonada
que allí se hallaba amargueando,
la mano les iba dando
y en la rueda se sentó.
Le alcanzaron un amargo
cual les aceptó gustoso,
-"¿Es de muy lejos ese mozo?",
un paisano preguntó,
y él dijo: -"Soy de Bragado
que de aquí hay larga distancia,
trabajaba en una estancia
y hace poco se vendió".
Después que hubieron cenado
todos iban a acostarse
y allí había que arreglarse
con sus pilchas cada cual,
el joven tendió el apero
bajo un árbol muy frondoso
y se ha puesto silencioso
pronto para descansar.
Eso de la medianoche
entre despierto y dormido,
le pareció haber oído
como un llanto de mujer;
se vistió muy presuroso
aquél valiente paisano
y pisando muy liviano
se allegó a reconocer.
Así llegó hasta una puerta
que se encontraba entornada,
vió una señora enlutada
sollozando en un sillón
que abrazada de una joven
al capataz le decía,
-"¡Eso es más que cobardía
tener esa pretensión!".
"Querer casarse conmigo,
un canalla y un cobarde,
cuando yo se que es culpable
que a mi esposo asesinó
y que no tuvo con eso,
echó los mejores peones
y que trajo a los ladrones
y asesinos que encontró".
"Y esas luces y esos gritos
que se oyen a deshora
es la canalla traidora
de los peones que hay aquí,
y usted los tiene pagados
para asustar a la gente,
para que ni el más valiente
se pueda arrimar a mí".
Y aquél hombre tan canalla
se sentó tranquilamente
y con palabras hirientes
hacia la viuda, le habló:
-"Has de casarte conmigo
por más que seas retrechera
aunque quieras o no quieras,
eso te garanto yo".
"Voy a llevarme a tu hija
para tenerla encerrada
por mis peones custodiada
bien oculta la tendré,
y si te casas conmigo
tendrás tu hija adorada
y eso, a nadie digas nada,
sino te la mataré".
Y aquél hombre tan canalla
se paró resueltamente
pero siente de repente
que la puerta se cerró,
y para ver qué pasaba
dió vuelta más que ligero,
con el mozo forastero
cara a cara se encontró.
Bueno el capataz furioso
le habla al joven de éste modo
-"Si me ayudas tendrás todo
el dinero que querrás
pero sino te aseguro
sos una cosa perdida
y te juro que con vida
de ésta estancia no saldrás.
-"Veo que sos un canalla
y estás mal acostumbrado
y por lo que aquí has hablado
veo que sos un ladrón;
asustador de mujeres
cuando no hay quien las defienda
pero para esa contienda
está listo mi facón".
"A más yo venía a peliarte
cuando solo te encontrara,
mano a mano, cara a cara,
frente a frente y a facón;
sabrás que yo soy el hijo
de aquél viejito Contreras
que de una injusta manera
castigaste una ocasión".
"Vos castigaste a mi padre
porque era un viejo indefenso,
porque un rumatismo inmenso
sus brazos habían varao,
hace un año y todavía
sobre su espalda encorvada
están las huellas marcadas
que tu látigo ha dejao".
El capataz que había estado
escuchando atentamente,
pegó un salto y de repente
su facón desenvainó,
le tiró una puñalada
de traición al forastero
pero el mozo era ligero
y por eso se salvó.
Pegó un brinco pa'un costado
y quedó facón en mano
la lucha entre esos paisanos
de éste modo comenzó,
las dos mujeres lloraban
rezando con todo esmero:
"Que se salve el forastero",
ellas rogaban a Dios.
Depronto se siente un grito
y un cuerpo se desplomaba
y el matrero en pie quedaba
y en la mano su facón,
y el capataz le decía:
-"No me mates forastero
que antes de morir yo quiero
hacer una confesión".
Así comenzó diciendo
el herido muy ligero
-"Yo asesiné el estanciero
con la mayor precaución,
de quedarme con la estancia
quedándome con su esposa
pero hoy cambiaron las cosas
y es otra mi situación".
Intervino la justicia
con todo lo necesario,
y ante el juez y el comisario,
el herido declaró,
le dijo que era un canalla,
un cobarde y un cuatrero
y por eso al forastero
ninguno lo molestó.
Y aquí termina la historia
de la estancia "La Embrujada"
hoy es buena la peonada,
solo piensa en trabajar
y el joven que anda en amores
con la hija de la viuda
y aquella gente asegura:
que pronto se han de casar.