En mis tiempos de paisano
en muchos pagos canté
los campos escudriñé
las sierras el monte, el llano
un overo porcelano
que era mi mayor confianza
pingo de mucha esperanza
si hasta parecía pintao
y por lo bien enseñao
le hacían miles alabanzas.
Recordando que fui yo
hasta el pueblo del Rosario
y me paró un comisario
que al punto me preguntó
¿en qué estancia consiguió
flete de tan lindo pelo?
y contesté sin recelo
en forma altiva y airada
lo gané en una jugada
en el pueblo de Carmelo.
— Así que sos jugador debés de ser un bandido
y a este pueblo has venido a llenar tu tirador.
No me insulte por favor que no le hago ni un remilgo
— Cómo te llamas — Domingo de apelativo García
y pa mi dentro decía se me ha enamorao del pingo.
En eso llegó un sargento que me dió la vos de préso
lo mesmo que perro al hueso (
se me vino como viento
ya me causó descontento '
aquella actitud informal
yo acaricié mi puñal
pero el comisario airoso
dijo el gaucho al calabozo!
y el overo pal corral.
Quiso la casualidad
que al otro día temprano
yo y mi overo porcelano
tabamos en libertad
con toda tranquilidad
mi overo iba ensillando
v el comisario mirando
la libertad que divisa
me fui con una sonrisa
y mi overo relinchando.