De chico quise tener,
un caballo pa´mi solo
y soñaba con un moro
o tal vez un alazán...
Sus clines poder peinar
y cepillar su buen lomo
ponerle de nombre "toro",
"refucilo" o "alacrán".
Nunca salí de mi asombro
cuando pa´mi cumpleaños
mi tata medio mamao,
sin saber lo que decía,
me dijo: "mijo en tu día,
esto te via a regalar:
salí pal patio nomás,
vas a llorar de alegría".
Algo ya me imaginaba,
mas no podía creer
pues no quería entender
que si para el patio iba
¡ahi nomás me lo vería
atadito algún palenque,
con el recao y rebenque,
que mas luego luciría!
Tomé aire bien profundo
y para el patio arranqué;
de mi madre me agarré
de miedo a que la emoción,
me dé un bajo de presión
y no pudiera gozar
después de tanto esperar,
lo que yo siempre soñé...
Y al fin... no me equivoqué,
estaba atao a un palenque
no les miento, hubo gente
que hasta de miedo gritó
mi gurisita lloró,
al ver un bicho tan fiero
que si viviera Don Fierro,
lo hincaba con su facón.
Era negro, oloroso,
piojos, pulgas, garrapatas;
cayos en sus cuatro patas,
tenía una sola herraruda
le faltaban dentaduras,
sus bazos como alpargatas
sus orejas eran chatas,
sus entrepiernas peludas.
Su aliento era endemoniao,
y su pelaje lanudo
sus ojos, dos huevos duros
miraban desorientao
menos mal que estaba atao,
de bozal tenía una soga
llena de bosta su cola,
parecía estar chupao.
Hice tripa corazón,
agradeciendo el regalo
y les juro mis paisanos,
estaba todo roñoso
lo bautizamos Mugroso,
si daba miedo tocarlo
" y ahora tenés que montarlo"!,
gritaba el tata orgulloso.
En el campo lo largué
y que me perdone Dios,
nunca le llevé ración,
ni jamás lo molesté
yo no sé como aguantó
esas noches congeladas
y el pobre sin decir nada,
solito sobrevivió.
Fue una noche de tormentas,
con rayos y refucilos,
yo me había quedao dormido,
después de larga tarea
mi china como una fiera,
de un grito me despertó
"¡levantate por favor
que se nos muere la nena!"...
De un salto llegué a su catre,
y arrodillado quedé
sus dos piecitos toqué,
los mismos estaban morados...
¡Ay Jesucristo que hago!,
mi niña no se movía
la pobre se me moría
y yo sin saber que hacer...
"¡AAndá a buscar al doctor,
andá apurate mi viejo,
aunque el pueblo quede lejos,
tráemelo por favor!!!"
Y pa un padre con dolor,
que me importaba el mal tiempo
y justo en ese momento...
El Mugroso, relinchó!
Nunca se lo había visto,
merodear cerca e´ la casa
pero esa noche a Dios gracias,
mi sufrimiento sintió
en la puerta se paró
lleno de barro sus ancas
le crucé mi poncho pampa,
que de apero me sirvió.
Y allí el Mugroso partió,
sin tener que talonearlo
si parecía un canario
que la jaula abandonó
y al campo lo atravesó,
como el mejor pura sangre
y sin hacer mucho alarde,
cumplía con su misión.
A la casa del doctor,
llegamos como fantasmas
y en un momento de calma,
el hombre con su experiencia
no hay que tener mucha cencia,
pa´entender lo que me dijo
"¡que querés que hagamos mijo,
con semejante tormenta!".
Yo sin mucho titubear,
corriendo fui a su galpón
en mi desesperación,
hasta el farol me olvidé
un viejo sulky encontré
con sus monturas resecas:
solito vino el sotreta,
y entre las varas lo até
Castigarlo,.....¿ para qué ?
si salió como una bala
parecía la luz mala,
naides lo podía ver
y en menos de un santiamén,
hasta mi rancho voló
y en la puerta se paró,
como diciendo... ¡Llegué!
Yo en un llanto me quebré,
pidiendo un milagro a Dios
pa´que ilumine al doctor
y a sus manos sanadoras
después de rezar dos horas,
sentao en un viejo apero
mi niña salió al alero,
y un fuerte beso me dio.
Al doctor, le dí las gracias,
juré que le pagaría
pero una cuenta tenía
que arreglar con mi caballo.
Él desafiando a los rayos
y a la adversidad del tiempo
se tragó hasta el firmamento,
pa´ayudar a este paisano.
Como te via agradecer,
Mugroso por lo que hiciste
si como nunca corriste,
demostrando tu valor
fuiste en el campo canción,
y en el camino una roca
sangre salió por tu boca,
lastimao por el dolor.
Yo que fui tan disgraciao,
nunca te sentí mi amigo,
lo pongo a Dios de testigo
que las cosas han de cambiar.
"Dejeme china llorar,
si el nos devolvió la vida,
vamos a darle comida,
que bien que se lo ha ganao
Y con mi china abrazao,
fuimos a darle las gracias
parece que la disgracia,
no me había abandonao
porque ahí estaba tirao,
el Mugroso agonizando
sus ojos iban buscando,
la figura de un finao...
¡"No te mueras por favor,
dispués de lo que tu has hecho"
su cabeza alcé en mi pecho,
lo mantenía abrazao
me miró como cansao,
y con tremenda tristeza
volvió a inclinar su cabeza,
y dormido se quedó
Fue tan grande el sacrificio
que esa noche hizo por mí;
que yo ni cuenta me dí,
que estaba tan agotao
sin embargo el disgraciao,
se mostró como el mejor
dejándome una lección
que jamás he de olvidar.
En el campo lo enterré,
con una cruz de recuerdo
y cada vez que me acuerdo,
le dedico una oración
por él hice esta canción,
para vos pingo querido
pa´que no entrés al olvido,
TE LLEVO EN MI CORAZÓN.