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jueves, 5 de septiembre de 2019

"Si gritan los teros"




Cuando yo era chico me decia mi mama, 
que si sobre el rancho varuyan los teros 
es señal clarita que vendrán visita 
Es que era tan lindo pa un niño solo
ver llegar parientes o un amigo viejo
con la dulce carga de unos caramelos
el perfume suave de un ponchito nuevo.

Y fue una mañana que sobre las casas
pasaron dos yuntas toreando a los perros, 
y esperando en vano me gaste los ojos 
mirando el camino que viene del pueblo.

Porque la visita que tanto esperaba, 
llegaron de noche pero a los potreros
y cortando alambre junto a la tropilla
se fueron llevando mi petiso Overo
lo mismo que esa tarde pasó Uno solo
gritando y gritando con cierto misterio, 
como un presagio que al llegar la noche 
se volvió de a poco tristeza y un silencio 
ya que por la huella de mis esperanzas
algubre de unos pasos de unos pingos negros
llegaron unos hombres de gesto sombbrio 
al llevarse el cuerpo de mi padre muerto
pasaron los años como pasa todo menos 
esas mañas que tienen los Teros
como aquella siesta que atras de sus gritos
llego un forastero oajala se hubiesen callao para siempre 

Porque el mal nacido al poquito tiempo
maneando una noche de zurco y fatiga 
se enanacoó a mi prenda y se fue muy lejos
extraño conjuro me ligó a esos bichos 
que a cada pasada que por el rancho hicieron
me quitaron algo que yo mas queria 
que alguien me diga que eso es puro cuento 
pero por las dudas aunque sea creencia
cuanto los oigo acudo a los hechos
porque acá en la casa tengo a mama, 
y el miedo me agarra si gritan los teros

jueves, 1 de septiembre de 2016

EL MORO DE LOS VIDELA





En un potrerito chico
del campo de los Videla,
fue que al pasar pa la escuela
lo vi asomando el hocico... 
Por algo que no me explico 
allí me quedé parao, 
contemplando emocionao
en un silencio profundo, 
pa verlo venir al mundo
igual que un pollo mojao.

La madre era una rosilla 
que al verla el patrón, preñada, 
la apartó de la manada
cuando vendió las tropillas; 
y por esas maravillas
que Dios al mundo le ha dao, 
nació un morito tiznao
que sin temor a golpearse,
al rato quería pararse 
tanteando como un mamao.

A la semana ya andaba 
retozando en el potrero, 
o coriendo algún ternero
que curioso lo miraba, 
y al verme que yo pasaba
cada mañana temprano, 
solía esperarme baqueano
y al verme yo sin testigo, 
como si fuera mi amigo
le decía "adios" con la mano.

Pero quiso el romerillo
cobrarle a la yegua el cuero, 
y solito en el potrero 
quedó un día el potrillo.
Se le fue apagando el brillo
de su pelaje gauchón, 
y chaplinudo y panzón
se fue criando como pudo,
entre liebres y peludos
y algún holando mamón.

Así tres años pasaron
medio atrás quedó mi infancia, 
y pa pionar en la estancia 
los Videla me tomaron.
Mis quehaceres me llevaron
hasta aquél potrero un día, 
donde el morito lucía
su condición de orejano, 
sin que jamás una mano
lo haya tocao toavía.

Ni bien peché la tranquera
hizo sonar las narices, 
mal llevao, como quien dice,
buscando echarse pa juera.
Tenía una crin entera
como el pastizal del llano, 
y al ver que su instinto indiano
de mi presencia recela, 
como cuando iba a la escuela
lo saludé con la mano.

Pa mi que aquella señal
fue una luz en su memoria, 
y sirvió pa que esta historia 
tenga un hermoso final.
Un relincho colosal
soltó al pararse en dos patas, 
y ante mi sonrisa grata
que su nobleza refleja, 
vino a rascarse la oreja
al borde de mi alpargata.

El patrón que conocía
mis andanzas de muchacho, 
y de aquél potrillo guacho
su triste historia sabía, 
me mandó llamar un día
y ante mis ojos atentos, 
desnudó su sentimiento
con un gesto que hoy valoro; 
regalándome aquél moro
por mi buen comportamiento.

Se podrán imaginar
el alegrón que me dió, 
que ni bien me lo entregó 
lo empecé a remodonear.
Ni mira de corcovear
cuando le puse el recao, 
y al mes y medio clavao
andaba, sin ser jactancia; 
luciéndome por la estancia
con el moro de bocao.

Un sentimiento de hermano
creció por él con empeño, 
sin que conozca más dueño
que mi recao y mi mano.
Y hasta ese amor soberano
que aun comparte mi existencia
pudo calmar mi impaciencia
sentadas en sus ancas recias
cuando al salir de la iglesia
rumbeamos pa la querencia.

Y ahí en más vivió prestando
los años que hoy amontona,
con su pintita gauchona
que lo sigue acompañando.
En un corral trabajando
o recorriendo potreros
cargando al anca algún cuero
o tirando agua en el jaguel, 
o al ruido del cascabel 
con el sulky dominguero.

Hoy está pa otros quehaceres
porque entuavía tiene tela, 
y va con tres a la escuela:
un varón y dos mujeres.
Cumplidor pa los deberes
ya está ensillao de temprano, 
y al verle alejarse ufano
con los chicos de testigo, 
porque siempre fue mi amigo
lo despido con la mano.

miércoles, 24 de agosto de 2016

PICO A PICO



En el último potrero
de la estancia La Amarilla
estaba Juan Cabanilla
cambiando un torniquetero,
cuando al grito de los teros
medio bordeando el camino
en un lobuno barcino
venía Clarito Esquivel
puestero también como él,
pero del campo vecino. 
Como viejos conocidos
se saludaron atento
y en camperazo acento
entraron a hablar tupido,
de los casos conocidos,
de toros, de apariciones,
de padrillos, de galpones,
de cosas sin importancia, 
del trabajo de la estancia
y el trato de los patrones.
Hablaron de las cosechas,
de semillas importadas,
de las grandes tractoreadas
y... de las melgas derechas. 
De lo bien que se aprovecha
el campo con los boyeros,
de molinos, bebederos,
caminos y terraplenes,
de la yerras que se vienen,
de lazos y de terneros. 
Hablaron de tiempos duros,
del precio del almacén,
y de la muerte también
de la esposa de Don Arturo. 
De los chicos, y el apuro
Pa’ mandarlos a la escuela,
del julepe de doña Nela 
cuando al cruzar las vías
le echó viento el otro día
el tren que va pa’ Cañuelas. 
Hablaron cuasi a las risas
con maliciosa jarana
del pobre chueco Maidana
que lo dejó la petisa,
del platal que se precisa
pa’ facturar este invierno,
de los cochazos modernos
que cambia el hijo del patrón,
del último ventarrón
y del rumbo del gobierno. 
Hablaron tanto y tupido
hasta que el buche molesto,
le hizo acordar que en el puesto
está el puchero servido. 
Apuraron un despido
como quien hace algo malo
y a lo peludo e’ regalo
cayeron justo a comer,
Clarito sin recorrer
y Juan sin cambiar el palo.

viernes, 23 de octubre de 2015

EL LOBUNO DE MARIANO




Un cielo overo rosao
me vio ensillando temprano
el lobuno que a Mariano
la estancia le había comprao.
Tenía el momento apropiao
pa probar sus condiciones
ya que eran las instrucciones
del capataz, don Teodoro,
que rejuntara los toros
porque hoy venían los patrones.

Y a los bostezos primero
del sol que se despertaba,
al poco rato ya andaba
en el fondo del potrero;
los pampas con gestos fieros
se levantaban molestos
mas yo sin ningún pretexto
los encaraba a los guaso
¡pa que sepan por si acaso
quién era el macho del puesto!

Y entre gritos y cuerpiadas
y el "Corbata" garroneando,
al ratito iba rumbeando
pa'l corral con la torada.
Iban de cola parada
delante de mis chiflidos,
cuando soltando un balido
se paró un negro grandote,
medio torciendo el cogote
como en señal de ofendido.

Sin darme tiempo ninguno,
intentar un movimiento,
se me vino como un viento
a la panza del lobuno;
por lo tioco del vacuno
me dio vuelta del topazo,
y aunque fue fuerte el porrazo
safamos porque el "morocho"
por ser por algo era mocho
de no nos hace pedazos.

El "Corbata" hecho un "Malevo"
hizo aflojar al "toribio"
y aprovechando ese alivio
monté a caballo de nuevo.
-"Si pensás que no te llevo",
le dije, "le errás muy fiera";
y aunque no es cosa campera
por no dejarlo con hambre,
corté un pedazo de alambre
y lo anudé en la zotera.

Le di un grito al mancarrón
y al ver que se apistolaba
lo busqué al toro que estaba
empacado en un rincón.
Ni bien le gané el tirón,
empezó su desencanto
porque el pingo les garanto
era de ley pa los malos,
y apretao contra los palos
le entré a dar como por tantos.

De punta a punta del lote
lo llevé sin aflojarle,
hasta que le vi volarle
el pelo por los azotes;
-"¡Yo te viá enseñar, grandote!",
le iba gritando a las risas,
y el lobuno a rienda lisa
le peinaba el costillar,
porque era pa'recostar
como cura pa'dar misa.

Vieran después el gallito
cómo agarraba la punta,
haciendo hamacar la yunta
en cuanto le daba un grito.
Yo de atrás, al galopito,
con sentir de buen paisano
le agradecí al Soberano
por darme la maravilla
de lucir en la tropilla
un domao por los Mariano.

lunes, 24 de agosto de 2015

PROBANDO LAS SOGAS




Con el motivo sencillo
de cumplir una gauchada
eche al corral la potrada
y embozale un doradillo
marca de Urbano Estabillo
criador de puros,de trotes
quien me encargo de rebote
que cuando algún lugar hiciera
le agarre ese potro que era
medio durón del cogote.

El bagual de encuentro anchos
alto y estampa morruda
podía decirse sin duda
que era grande como un rancho
entro a gritar como chancho
ni bien le aplique rigor
cuando ayudado por Fanor
el mayor de mis muchachos
lo acollare al de quebracho
con un nudo potreador.

Al verse atado con asombro
se entro a sentar de manera
que parecía que quisiera
echarse el palenque al hombro
yo cerca y sin mucho escombro
por mis guascas campechanas
le iba gritando con ganas
aunque midiendo sus kilos
podes sentarte tranquilo
que no estas atado con lana.

A las dos o tres jornadas
de tirar a lo pavote
le vi aflojar el cogote
y mezquinar las colgadas
mis sogas por bien sobadas
ni lo habían lonjeado si quiera
entonces a ala manera
del que conoce el trabajo
lo entre a zamarrear de abajo
dos lados de la hociquera.

Decirles esta demás
que aquel cogote de fierro
al mes era como el perro
para cabrestear medio atrás
era tan dócil y audaz
que en mas de una ocasión
se me vino el mancarrón
tan encima de las patas
que me saco la alpargata
machucandome un garrón.

Hoy ya listo pa´entregarlo
y ver coronado mi empeño
espero que venga el dueño
un día de estos a buscarlo
mientras me place mirarlo
cuando en el palo se asoga
mi estirpe criolla se arroga
deseando que alguien me mande
cada tanto un potro grande
pa´poder probar las sogas...!!!


Letra de Carlos Loray