Un cielo overo rosao
me vio ensillando temprano
el lobuno que a Mariano
la estancia le había comprao.
Tenía el momento apropiao
pa probar sus condiciones
ya que eran las instrucciones
del capataz, don Teodoro,
que rejuntara los toros
porque hoy venían los patrones.
Y a los bostezos primero
del sol que se despertaba,
al poco rato ya andaba
en el fondo del potrero;
los pampas con gestos fieros
se levantaban molestos
mas yo sin ningún pretexto
los encaraba a los guaso
¡pa que sepan por si acaso
quién era el macho del puesto!
Y entre gritos y cuerpiadas
y el "Corbata" garroneando,
al ratito iba rumbeando
pa'l corral con la torada.
Iban de cola parada
delante de mis chiflidos,
cuando soltando un balido
se paró un negro grandote,
medio torciendo el cogote
como en señal de ofendido.
Sin darme tiempo ninguno,
intentar un movimiento,
se me vino como un viento
a la panza del lobuno;
por lo tioco del vacuno
me dio vuelta del topazo,
y aunque fue fuerte el porrazo
safamos porque el "morocho"
por ser por algo era mocho
de no nos hace pedazos.
El "Corbata" hecho un "Malevo"
hizo aflojar al "toribio"
y aprovechando ese alivio
monté a caballo de nuevo.
-"Si pensás que no te llevo",
le dije, "le errás muy fiera";
y aunque no es cosa campera
por no dejarlo con hambre,
corté un pedazo de alambre
y lo anudé en la zotera.
Le di un grito al mancarrón
y al ver que se apistolaba
lo busqué al toro que estaba
empacado en un rincón.
Ni bien le gané el tirón,
empezó su desencanto
porque el pingo les garanto
era de ley pa los malos,
y apretao contra los palos
le entré a dar como por tantos.
De punta a punta del lote
lo llevé sin aflojarle,
hasta que le vi volarle
el pelo por los azotes;
-"¡Yo te viá enseñar, grandote!",
le iba gritando a las risas,
y el lobuno a rienda lisa
le peinaba el costillar,
porque era pa'recostar
como cura pa'dar misa.
Vieran después el gallito
cómo agarraba la punta,
haciendo hamacar la yunta
en cuanto le daba un grito.
Yo de atrás, al galopito,
con sentir de buen paisano
le agradecí al Soberano
por darme la maravilla
de lucir en la tropilla
un domao por los Mariano.
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