Aura que soy del poblao,
dónde no hay zanjas ni barro,
vendí la yegua y el carro
pa comprarme un auto usao.
Lo blando del tapizao
me desconcertó bastante
y acostumbrao al pescante,
la martinica y las riendas;
soporté dudas tremendas
con los cambios y el volante.
Pero igual mostré la garra
y en lo que chifla un chingolo
lo aprendí a lidiar yo sólo
cómo aprendí la guitarra.
Tratando de no hacer farra
lo monté lo más tranquilo
diciendo si agarro el hilo
del secreto del chofer,
calculo que esto va a ser
cómo cantar un estilo.
Cuando tantié la palanca
dejándolo en punto muerto
pensé, voy a ver si advierto
cual es el botón que arranca.
Le hundí una perilla blanca
y al rugir cómo una fiera
dije: -" acerté de primera!"
pero lo que había prendido
fué el radio, que metía ruido
de música nueva olera.
Después toqué el clavijero
del medidor de bencina
los faroles, la bocina,
la escobilla y el yesquero
y todito aquel tablero
de teclas al por mayor,
nervioso y de mal humor;
toqué tantas que al final
no pude saber con cual
hice arrancar el motor.
El radio anunció un conjunto
con la zamba "La Engañera"
y al sentir gritar: -"¡Primera!"
puse el cambio en ese punto.
Como llevando un difunto
salí con pasó de entierro
y escuchando cómo el perro
con la atención más profunda
cuando dijeron: -"segunda!"
les obedecí en el fierro.
Ladiándole el bulto al centro,
rumbié pal lao del estadio
y al bastonero del radio
le dió por gritar: -"Adentro!",
yo iba a marchar al encuentro
del portón a rienda suelta
cuando aquella voz resuelta
quiso evitar el desorden
acaté la contraorden
cuando me dijo: "¡Otra vuelta!"...
Fui a doblar a la derecha
pero aquel mandón porfiao
por gritarme: -¡"Al otro lao!",
me zambulló contra flecha.
Como la calle era estrecha
vi que la cosa era brava
porqué un camión se acercaba
tremendamente veloz
y alcancé a escuchar la voz
advirtiéndome: -"¡Se acaba!".
Un golpe ensordecedor
tronó en los carrocerajes
y una lluvia de engranajes
fué cayendo alrededor,
al juntarse el radiador
con el asiento de atrás
se salvó el radio nomás,
que marchando lo más bien,
le preguntó a no se quién:
-"Engañera, ¿pa' onde vas?"