Se ha puesto viejo sin cuento don Pedro Servando Ríos, el que antes fue desafío a la lluvia y a los vientos. Pasa sus años contento pero le pesa la vida, su tiempo es de anochecida bajo este cielo surero, ceniza de un trasfoguero con poca brasa encendida.
Ya no lo veo pasar como antes por el sendero en el pescante carrero, silbando sin descansar. Hoy tiene que desatar porque el viaje no es eterno, percherones sin gobierno son los años que han pasao tras los huellones dejao de cuasi... ochenta inviernos.
Por donde andará su chata cargada de evocaciones que ayer deshizo terrones y marcó huella en la mata. Se le ha gastao la alpargata que supo frenarla al vuelo y al verlo como a un abuelo con la vistas ya cansadas, se me hace que su mirada busca los rumbos del cielo.
Mi amigo Pedro Servando hombre de campo, carrero, que de viejo fue puestero pa no vivir estorbando. Me gustaría que cuando se vaya pa descansar, mirarlo otra vez pasar como en los años primero: apurando al cadenero... ¡por gusto de no aflojar!