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lunes, 27 de agosto de 2018

Pa mi emprendao - Pedro Risso




En una "seca" tremenda
cayó a la aguada un bagual, 
como pidiendo un bozal, 
cabresto, bocao y rienda.
Era más bien una ofrenda
despertando mis antojos; 
clinudo, tapao de abrojos, 
asustao de cualquier cosa, 
con una estampa asombrosa
y un desconfiar en sus ojos.

Era un oscuro tapao
que merece ponderarlo, 
y ahí nomás al contemplarlo
ya me sentí enamorao.
Recordando a mi "emprendao"
me venció la tentación, 
y a pesar del apurón
en disparar de la aguada
vino a quedar en la armada
por arisco y cimarrón.

Cuando le puse los cueros
una mañana en el puesto, 
campo afuera, echando el resto, 
hicimos gritar los teros.
Pasé unos trances muy fieros
pues me tuvo a maltraer; 
la vincha me hizo perder
beyaquiando el vivaracho, 
¡pero cuando uno es muchacho
el peligro es un placer!

Hoy tay cuidado y mimoso
su pelo es un solo brillo
y únicamente lo ensillo
con mi emprendao relumbroso.
Desconfiao, ágil, fogoso, 
coscojero y juguetón, 
y entre tanta admiración
en él, luciendo mis prendas, 
no le envideo las haciendas
ni el capital del patrón.



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