Nuestro interior provinciano es muy lindo en paisajes y bellezas naturales, pero más bondadosa ha sido la naturaleza con el hombre que habita en esas "soledades"; en esa eterna quietud y paz. Soledad que se convierte en compañía para el espíritu, que le infunde melancolía y le fortifica el alma. Pero no siempre hay tranquilidad en El Farol de Mandinga esos parajes; las corridas, los velorios, las fiestas religiosas y las supersticiones mantienen inquieto al hombre de cerro y de campo y le tornan divertida su monótona vida.
La riqueza cultural de nuestra gente es inimaginable; resultado de la fusión de las antiguas culturas aborígenes, del cristianismo, de las soledades y desventuras que en el marco geográfico se desarrollaron a través de años y años. Un tesoro que el hombre de la ciudad por su vida agitada y sofocante muchas veces no conoce, y que forma parte de nuestra tradición.
Entre las supersticiones y leyendas de la gente del campo o de los cerros está la de la "luz mala" o "Farol de Mandinga", mito con trascendencia religiosa que se extiende por casi todo el Noroeste Argentino.
En algunas épocas del año (generalmente las más secas) se suelen ver de entre las pedregosas y áridas quebradas de los cerros del oeste tucumano (Mala Mala, Nuñorco, Muñoz, Negrito, Quilmes, etc), a la oración - de tarde -, o cuando los últimos rayos del sol iluminan las cumbres de los cerros y el intenso frío de la noche va instalándose en los lugares sombreados, una luz especial, un fuego fatuo; producto de gases exhalados por cosas que se hallan enterradas conjugados con los factores climáticos; a ella - con terror y morbosidad - los lugareños denominan "luz mala" o el "farol del diablo".
El día de San Bartolomé (24 de agosto) es el más propicio para verlos, ya que es cuando parece estar más brillante el haz de luz que se levanta del suelo y que, por creencia general, se debe a la influencia maligna, ya que popularmente estiman que es el único día en que Lucifer se ve libre de los detectives celestiales y puede hacer impunemente de las suyas (Ambrosetti, "Supersticiones y leyendas").
La luz es temida también por que imaginan ver en ella el alma de algún difunto que no ha purgado sus penas y que, por ello, sigue de esa forma en la tierra.
Generalmente nadie cava donde sale la luz por el miedo que ésta superstición les ha producido, los pocos que se han aventurado a ver que hay abajo de la luz siempre han encontrado objetos metálicos o alfarería indígena - muchas veces urnas funerarias con restos humanos, lo que aumentó el terror- que al ser destapada despide un gas a veces mortal para el hombre, por lo que los lugareños aconsejan tomar mucho aire antes de abrir o sino hacerlo con un pullo - manta gruesa de lana - o con un poncho, de suerte que el tufo no llegue a ser respirado.
Nos cuenta don Hipólito Marcial que: "La luz blanca que aparece en la falda del cerro es buena, donde entra hay que clavar un puñal y al otro día ir a cavar... va a encontrar oro y plata. De la luz roja huyan o recen el Rosario, se dice que es luz mala, tentación del diablo".
Debido a la continua migración a las ciudades y centros poblados, y por constante progreso estas leyendas van quedando reservadas solo para los mayores; la juventud se preocupa por otras cosas que estima más importante.-
Cuenta la leyenda que por los desiertos campos de aquella época, en donde hoy se levanta la Ciudad de Bragado, existía una laguna.
Allí tenia su querencia un soberbio potro de pelaje colorado requemado con su braga. Ardiente señor de numerosas yeguadas... Jamás gaucho alguno pudo apresarlo, pues siguiendo la cabeza y centelleandole de bravura los ojos, rompía cualquier cerco de boleadoras que pudiera ponerle freno a su voluntad.
Un amanecer memorable, los paisanos de aquel entonces se lanzaron a su captura, logrando acorralarlo al borde de la barranca de la laguna. Cuando al grito de ... Ya es nuestro!!!!!... avanzaron reboleandole las "Tres Marias", el bagual bragado defendiendo su libertad, se arrojó desde la barranca desapareciendo en las aguas de la tormentosa laguna.
Un frio de muerte enmudeció las gargantas de los gauchos y paralizo sus movimientos. Al recobrarse, un paisano murmuro: ...."Potro Bragado, como nosotros, preferís la muerte antes de perder tu libertad. Desde ahora esta laguna llevara tu nombre."
Años después el Coronel Del Busto, puso por nombre Bragado a la ciudad que fundara a las orillas de esa laguna.
Versos al Caballo Bragado: Juan Jose Martinez
"Vos tenés un monumento como o tiene San Martín dos luchadores al fín por libertad en su momento hoy se te vé de cemento a la laguna a un costao blanca tu braga mentao abanderado del coraje
te han nombrao con tu pelaje a la ciudad del Bragado..." .
Uno de los hombres mas altos del mundo en Lamarque Río Negro
A la entrada del Centro Municipal de Cultura se encuentra una escultura de "Noelito" en tamaño natural donde los visitantes pueden fotografiarse comparando su altura.
Nació en Lamarque el 28 de Abril de 1914, “NOELITO” Berthe en el campo de su padre ubicado en lugar conocido como Trapalcó perteneciente a la jurisdicción de Lamarque, siendo su partera Carmen Rodríguez de Pérez.
Armonioso, de rasgos bellos, poseía una fuerza increíble.
Su trabajo en el campo lo llevó a clavarse una espina de alpataco provocando una gangrena, enfermedad que no pudieron detener ni siquiera en el hospital de Bahía Blanca donde fue derivado, por su estado avanzado. Por culpa de esto , Noel Berthe fallece el 5 de junio de 1948 (como se establece en el acta de defunción) a los 34 años, en San Martin 947 de Lamarque. En ese momento MEDIA 2,47 METROS. Una persona totalmente normal, apegado al trabajo y a la familia. Sus restos descansan hoy en el cementerio de Lamarque.
EL DRAMA DE LA ROPA
La ropa era toda a medida, confeccionada por su madre, sus hermanas o tías, sin tener mayores exigencias, ya que su muda consistía en bombachas anchas, ropa interior de frisa en invierno y de algodón peinado en verano, faja en la cintura, camisa de algodón o popelina, pañuelo al cuello, y sombrero de tea “Gath Chávez”. En cuanto a su dieta, estaba compuesta de carne asada a la parrilla o al horno de barro, unos 3 kilos diarios, sea capón o borrego, sin despreciar cuando capturaba martinetas, liebres, piches, peludos y toda fauna rural que fuera comestible. Su peso rondaba los 140 kilos.
HISTORIAS Dicen los que lo conocieron que poseía una fuerza extraordinaria, siendo capaz de levantar un automóvil con las manos, tomándolo de los paragolpes tanto delanteros como traseros. Entre lo anecdótico se dice que iba al monte a buscar leña con un carro, sin necesidad de caballo o mula para tirar del mismo ya que lo hacía él; otro tanto ocurría el balde de 100 litros de agua que extraía del jagüel tantas veces como fuera necesario y además levantaba con facilidad los lienzos de lana de 80 kilos. Quizás esto resulte un poco exagerado, pero tanto familiares como conocidos lo sostienen con una increíble realidad.