En el rodar errabundo con que mi vida desgrano
tengo un poncho tucumano cono no hay dos en el mundo
ostenta el brillo profundo de un poema evocador,
es a su dulce calor que ha consagrado el destino
mi arrogancia de argentino
mis sueños de cantor.
)uién sabe qué de añoranzas palpitan en él despiertas,
con mis ambiciones muertas
mis muertas esperanzas,
El sabe las asechanzas que he sufrido, y los dolores,
luce de mis amores mis pinceladas felices,
de mismo que cicatrices de citas, besos y flores.
Todo el doloroso arcano de mi juventud palpita
en la leyenda bendita de mi poncho tucumano.
fué y en decirlo me ufano troya y abrigo en mi techo,
almohada para mi lecho tendón para mi moharra,
funda para mi guitarra y escudo para mi pecho.
Aunque su aspecto es sencillo
por sus guapezas gloriosas,
luce cribas como rosas
dibujadas a cuchillo
un aborigen caudillo
me lo brindó cierto día,
y es por eso que en la guía
de su tejido parece
que el alma indiana florece
y evoca la raza mía.
Cuando con voz conmovida
mis viejas nostalgias troncho,
parece que me habla el poncho
de mi mocedad florida,
ante él recobra mi vida
sus dulces evocaciones,
y al medir las decepciones
que hacen pesada mi cruz,
son como abeja de luz
en sus flecos mis canciones.
Por eso, cuando me aleje
y mi alma meditabunda,
de la luz con que hoy se inunda
el postrer rayo refleje
ansio que se me deje
besar su tejido indiano
y cuando mi cuerpo humano
esté en la fúnebre caja,
que se cosa mi mortaja
con mi poncho tucumano...
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