Vése, aguantando el pampero, una choza en la hondonada,
entre los pastos alzada a lo largo del sendero.
Es allí donde el viajero se detiene a descansar,
bajo el ombú secular, que en aquellas soledades
soportó mil tempestades, y vio cien años pasar.
Cuando la sombra agorera negros crespones extiende,
y con estrellas los prende cubriendo la pampa entera;
en la derruida tapera brila una luz que resbala;
óyese rumores de ala, y más allá del barranco
sale una visión de blanco que se acerca a la “luz mala”.
Y dice también la gente que en noches claras de estío
: bajo los sauces del río se oye cantar dulcemente,
y que el fantasma doliente llega al ombú protector,
y sufriendo un gran dolor, habla, solloza, se queja,
y antes de alejarse, deja caer de su pecho una flor.
Y aseguran que a esa hora son muy tristes los gemidos,!
y se estremecen los nidos ante esa mujer que llora,
a gente la escucha y ora, pues dice, y nadie lo niega
que aquella visión que llega a la tapera vacía
es el alma de María, la novia de Santos Vega...
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