Era un oscuro delgao
sin ninguna mancha blanca,
bonito de encuentro y anca
y de cruces levantaos;
naide lo había manoseao
desde el día en que dío un tirón,
quedó el oscuro capón
como quedan tantos otros
para pasar a ser potro
y más tarde redomón.
Miguel fue que, 'dicidido',
quien sin mucho cacareo
en el primer revoleo
le desparramó el torcido,
pegó el oscuro un ronquido
y como quien ha rodao,
quedó en el suelo estirao
pero con las manos juntas
de ahi sin darle más punta
lo sacamo'embozalao.
La clinera rebolcada
y el flequillo con abrojo
le tapaba los dos ojo'
como una venda colgada;
ida y triste la mirada
sin dejarse doblegar
no nos dejaba arrimar,
a lo puma atropellaba
y oliendo el suelo roncaba
como un toro pa pelear.
Después cuando de un picazo
mi compañero lo ató
y de arriba lo orejeó
pa salvar los manotazos,
yo entre echarle los pedazos
de mi cuerambre gastao
y al apretarle el bocao
como la cincha de un viaje
se quedó tiezo el salvaje
pero con el lomo arqueao.
Al cuero no se lo puse
porque andaba ejercitao
y en cuanto estuvo cinchao
de arriba le miré el tuce
y agigantando las luces
que Dios nos da sin fronteras
ni bien dende la esidera
lo largamo'al sabandija,
lo envolví por las berijas
con todita la sotera.
Pegó un salto y un quejido
y al tocarlo por el pico,
lo mesmo que a gurís chico
me entró a cimbrar afligido,
yo andaba medio ingreído
como jabalí grandote;
primero me echó al cogote,
después me corrió pa'trás,
y desde ahi no pude más
ni por Dios darle otro azote.
Y así después de un montón
corcovos alto' y colgao',
buscó el campo el disgraciao
gritando como un pichón;
cada salto un sacudón
bien en el aire me hacía
y cuando con valentía,
Miguel le cruzó el picazo,
si me dolían los brazos
mas un garrón me dolía.
Después ya más tironeao
y sobre las huellas crudas
me acostumbré por las dudas
a galopearlo trampeao
y aunque al sentirse taqueao
tuvimos otros desencuentros,
¡pronto daba vuelta adentro
para montarlo apurao
y salía con el bocao
tocándose los encuentros.
Lo hice de "en pelo" también,
y lo estrené en cien terrenos
como para no ser menos
que el oscuro de Pincén,
y la vez de que un tal Klen
me lo salió a negociar,
creyendo que lo iba a andar
se lo negocié nomás
por un zaino que jamás,
pude otro mejor montar.
Claro que no era el oscuro
de montarlo a rienda suelta
y aunque adentro daba vuelta,
no era pa lerdos seguro,
y el día que sin apuro
lo entregué por lo ya hablao,
era entuavía de bocao
y hasta he pensao sin doblez
que es muy capaz que se fue
sin ser caballo enfrenao.
A veces salen bravos ,los resabiados que van quedando en las estancias por bellacos : muchos se venden a tropilleros pa caballo e criolla y el que tiene la suerte de encontrar un gaucho agalludo y con paciencia generalmente hace un buen caballo
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