I Si amigo, el gatiao que ái vé, ni aunque la mala me amargue no hay plata que me lo pague y viá decirle el porqué. Yo en deuda con él quedé y siempre estaré endeudao, porque de puro confiao volviendo solo, de un viaje, por mi pingo y su coraje no me ahogué allá en el Salao.
II Con treinta días de ausencia venía con sobras de aliento trayendo mi pensamiento puesto fijo en mi querencia. Y cometí esa imprudencia sin meditar y allá lejos, donde el cielo en sus reflejos me hacía ver en lo infinito las ternuras de un ranchito donde esperaban mis viejos. III Y aquella mañana, el río, sin más testigos que Dios casi nos traga a los dos por aquél apuro mío. Pero el gatiao puso un brío que hasta hoy me maravilla, y yo que estaba en capilla con una esperanza sola bien agarrao de la cola pude ganar la otra orilla. IV Me mate un rayo cuñao si a la verdá no me ajusto, pero después de aquel susto le dí un abrazo al gatiao. Prometí, y hasta he jurao después de mi salvación, que mientras tenga razón y mi vida no se apague no habrá plata que lo pague ¡a mi gatiao regalón!
En la estancia "El Cimarrón",
un día a la tardecita,
cuando ya la torcacita
busca el monte en la ocasión;
un tal Jacinto Verón
llegó a la estancia ese día,
un zaino pampa traía
para lucir su recao,
con las borlas del bocao
como peliando venía.
Lo recibió el encargao
y él dijo: -"Busco una changa".
-"Casualmente, hoy en la manga
un lote hemos encerrao.
Está todo preparao,
La yerra recién empieza,
si le gusta la changa esa
ya puede desensillar;
mañana lo he de probar
volteando de la cabeza.
Al otro día temprano
lo encararon al mamón,
había echo yunta Verón
con un puestero entrerriano.
Los dos eran muy baqueanos,
sabían voltear a uña
y el encargao don Acuña
les dijo que habían quedao
diez grandotes encerraos
pa juntarles las pezuñas.
Armaron los seis puesteros
y de a uno iban largando,
con tres rollos, esperando,
bien parao el forastero.
Bufando el primer ternero
sintió la yapa hasta el pecho
y en un callejón estrecho,
volcando como se debe
de los diez, les voltió nueve
de reves y de derecho.
Y después de demostrar
cualidades de campero,
le ofrecieron de puestero
y chúcaros pa amansar.
Terminó por aceptar
y puso una condición
"que no es tapa ni galpón
porque simplemente quiero
echar a mejor potrero
a mi zaino redomón".
Y un domingo en la chumbeada
de sortijas y cuadreras,
donde la familia entera
va a ver la depositada;
donde una yegua mentada
le da el corte en la ocasión,
al zaino del "Cimarrón"
que sin pegarle un azote
la tapó con los cascotes
con la monta de Verón.
Invicto lo retiró
después de treinta carreras,
y en otras fiestas camperas
mil veces apadrinó.
Todo el pago lo admiró
al pingo por su prestancia,
al hombre por su elegancia
y la peonada decía:
que los dos serían un día
las reliquias de la estancia.
Pero al morir el patrón,
llegaron los herederos,
y por nada: lo campero,
le gustó a la sucesión;
al escritorio, Verón,
pasó junto a los mensuales
-"No me gustan los cardales",
dijo el rico: -"hay que sembrar,
sino tendrán que marchar
junto con sus animales".
Y el que tanto trabajó
sin temerle a las heladas,
que tantas huellas marcadas
en su rostro le dejó;
educado respondió:
-"Soy fiel a mi convicción,
por eso me voy patrón,
nada me puede cambiar",
al tranco se fue a ensillar
en la puerta del galpón.
Igual que cuando llegó,
se marchó una tardecita,
y otra vez la torcacita
camino al monte voló.
Y todo el pago observó
pasar esa criolla estampa
hombre legal y sin trampa
se iba del "Cimarrón",
un tal Jacinto Verón
en un viejo zaino pampa.
Matiando yo en mi cocina abrigau junto al fogón, mi china en un rincón desplumaba una gayina. Derrepente se ilumina todo el rancho alrededor; yo que soy buen tirador me calzé y atropeyaba, cuando vi que aterrizaba un gran plato volador.
Se bajó un flaco elegante me dijo: "no quiero guerra, vengo a conocer la tierra y sus gauchos habitantes". Lo hice pasar pa'adelante por hay se me hizo entender: "Tu señora quiero ver... quiero tener relaciones", ¡Fíjense las intenciones: meterse con mi mujer!.
Su melena era ondulada y su cuero cascarudo yo creo que andaba desnudo, sus coyunturas sonaban. Las aspitas bien arquiadas y era medio jorobau, siempre lo tenía a mi lau queriéndome conquistar: "a mí me vas agarrar, por más que sea adelantau".
Lo invitamos a cenar y se quedó complacido; de tan lejos había venido, no lo podíamos yenar. Lo hubieran visto mascar con esos dientes grandotes, se chupaba los bigotes con la grase que chorriaba, las gayetas que pasaba enteras por el gañote.
Después se quiso acostar le estaba atacando el sueño muy contento y muy risueño a mi cama se fue a echar. De un salto lo hice parar manotiando mi cuchilla, se la puse en las costiyas y le grité al poderoso>: -"no te la des de gracioso y acostate en tu casiya".
Hay se me puso a yorar y se empezó a retorcer. Me dijo: -"No puedo creer que me vayas a despreciar, igual me voy a arreglar tengo muy buena intención. Siempre habrá un buen corazón que me sepa comprender. Yo duermo con mi mujer y vos te vas al galpón"...
-"Mirá marciano avivau!", le grité con voz bien fuerte "jugarte la vida o muerte de acá salís achurao". Casi me caigo sentau en el medio de la cocina cuando una voz suave y fina me dijo como a un hermano: -"Yo no soy ningún marciano, soy 'marciana femenina'.
Hay mi vida campechana me vengo avivar recién... ¡Qué lindo en luna de miel disparar con la marciana!. Pero se hace la macana... yo no dejo a mi mujer, primero tengo que ver la marciana en su planeta si me cuelga la gayeta ¿cómo se hace pa'volver?
El gaucho nunca llevaba las “bolas” en el recado, cosa de verse apurado de un tirón las desataba. Es así que se colgabaalguna que otra potrera a más de las ñanduceras, para tenerlas seguras, una o dos en la cintura y otras más en bandolera.
Un buen boleador, primero, elegía en el corral, de seguro un animal blando de boca y ligero. Desechaba del apero las prendas que no iba a usar y ahí nomás iba acortar, para afirmarse en el tiro, media cuarta del estribo que está del la’o de enlazar.
”Boleadas eran las de antes -cuentan gauchos veteranos- basta un caballo baqueano y la pampa por delante” Con un grito, en un instante, La medialuna se armaba Y comenzaba la arreada De ciervos, gamas, ñanduces, Para salirles al cruce Y hacer así la boleada.
Gritos, espuma, sudor... La pampa que se estremece. Y entre la paja aparece, el suri gambeteador, detrás se escucha un fragor y envueltos en “polvadera” bestias y hombres en carrera y en sus derechas, silbando, el aire que iba cortando las temidas ñanduceras.
Con tan solo una mirada, el gaucho elige su presa, y con notable destreza las “bolas” son arrojadas. Surcan el aire guiadas por la experiencia que encierra años de práctica y guerra y dan contra el avestruz, que con sus alas en cruz, boleado, cae en la tierra.
Es al llegar la oración, la señal para volver, y de paso recoger, lo que voleó en la ocasión. Una picana , un alón, todo vale, pesa o suma, a más de un montón de plumas, que con placer y alegría cambiará en la pulpería por todo lo que consuma.
Señores yo soy sureño por eso canto milongas, sin que nadie lo disponga porque yo no tengo dueño
Mi fortuna está en mi sueño, mi canto es una guitarra, tengo en el pecho una garra que es un león que se abalanza, y mi vida es una lanza con un cantar por moharra.
Yo canto a los cuatro vientos porque no tengo fronteras. El corral me desespera, porque castra al sentimiento.
Voy cantando lo que siento y el que quiera que me escuche, no hay calcuta que no luche pues para eso está entrenao´ y el que tenga un entripao´, tiemple fuerte y desenbuche.
No crean que son brabatas, ni se den por provocao´ pero donde yo he pisao´ quedo la huella e' mi pata.
El canto se me desata, como llego a la matrera, siempre fiel a su manera vuela libre y oregano que no se ha inventao la mano que le ponga una tranquera.
Allí donde haiga un asao, donde haiga una jineteada, donde esté la paisanada refirmando lo pasao´, allí estará mi encordao´ siempre firme en el repecho, porque me asiste el derecho de todo criollo que canta, de vertir por la garganta lo que le bulle en el pecho.
Cuando me hablan de torteadas d’esas que endulzan las yemas
bien esponjosas y con crema y con dulce e’leche untadas
como esas a preparadas de cumpleaños “exquisita”
donde ponen las viejitas toda su cencia, patrona
pero pa’mí aunque duronas… prefiero las tortas fritas.
Aunque las fritas triunfantes también bastante han cambiao
con el royal tan mentao y con la harina leudante
ya no es lo mismo que antes que se hacían sin levadura
y yo apoyo esa postura de hoy, como un adelanto
porque no hay que amasar tanto y aparte no salen duras
Y al hablar de tortas ricas de tamaños y formadas
hay triángulas y cuadradas como hay grandotas y chicas
cada cual lo suyo aplica al amasar en su predio
y en las campañas que asedio mi padre hacía,
sin chacota unas redondas grandotas con un aujero en el medio
Tal vez de áhi habré sacao como hace todo buen hijo lo poco de un amasijo que aprendí de puro hambreao Ah!!! mi padre en el pasao él y yo sin cocinera y girando en la matera en las noches largas o cortas hacía una bolsa ‘e tortas para las semana entera. / Y qué tortas compañero!! tortas que cualquier sotreta las cargaba en la maleta como igual debajo el cuero y buscándole el aujero cuando ya se habían oreao a los tientos del recao podía lo mismo llevarlas pero eso sí pa’ mascarlas había que estar entrenao.
Con grasa ‘e potro o de pique que son dos grasas muy finas después… agua, sal y harina y al amasijo sin chiste y cuando medio te viste que la masa entra a subir no hay mucho para decir que hacen las tortas y bien a la olla o al sartén que es lo mismo pa’freir. Ahora…he visto algunas chinas que hacen de tortas… deleites con royal, huevo y aceite que acomodan en la harina y las sacan tan divinas.. que siempre resultan pocas pero hay algo que no embocan las hacen chicas sin cuento
por eso los angurrientos s’ echan a dos a la boca.
Ah!! Si fueran las grandotas que mi padre sabía hacer
iban ustedes a ver a muchos d’esos en derrota
hay que cuidar como nota que la grasa no esté fría
Soy la calandria que trina sin ninguna pretensión y canto sin más razón que haber nacido Argentina soy el verso sin espinas suave como el terciopelo soy la bondad soy señuelo de nuestra raza campera la que tiene una bandera con los colores del cielo Soy la cifra y el Estilo sureña por excelencia entradora en la conciencia Como daga de dos filos soy el bocao de pavilo que sujeta al redomon mate amargo chicharron soy verso del viejo Pancho yo soy alero del rancho hecho de paja y terron Soy Malambo escobillao a nuestra usansa Surera yo soy el pial puerta ajuera con tres rollos de volcao Soy presente soy pasao yo soy lo que debo ser y canto sin mas placer que haber nacido Argentina soy la Calandria que trina con corazón de mujer.